¿Sabías que diversas investigaciones han indicado que una persona que sufre alcoholismo tiene más posibilidades de desarrollar depresión, y viceversa?
Y si pensamos que por separado ambas condiciones son extremadamente peligrosas, juntas se convierten en una bomba de tiempo que, de no tratarse a tiempo, puede quitarle la vida a una persona.
Sigue leyendo y aprende más sobre cómo ayudar a un alcohólico depresivo.
Primero, ¿qué es la depresión?
Todos hemos experimentado alguna vez sentimientos de tristeza, ira, falta de energía o problemas para dormir.
La pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido o el fin de una relación sentimental pueden provocar naturalmente sentimientos de dolor. Y a menudo, usamos el término “deprimido” como una forma de expresar cómo nos sentimos.
Pero en el caso de las personas a las que se les diagnostica médicamente depresión, estos estados de ánimo y sentimientos de pesadez emocional suelen ser mucho más graves y ocurren durante períodos de tiempo más prolongados.
Estos trastornos depresivos pueden afectar la capacidad de una persona para funcionar en muchas áreas de su vida y los vuelve incapaces de manejar las actividades diarias más simples como comer, hacer ejercicio o trabajar.
Si no se trata, muchas personas terminan en el suicidio al no encontrar salida para sus problemas.
¿Cuando se dice que una persona sufre adicción al alcohol?
El alcoholismo es cuando una persona no puede controlar su consumo de alcohol, abusando compulsivamente de él a pesar de sus consecuencias negativas.
Generalmente, los adictos experimentan angustia emocional cuando no están bebiendo y prefieren tomar que acudir al trabajo, pasar tiempo con la familia y los amigos o realizar cualquier actividad recreativa que no incluye bebidas alcohólicas.
¿Cómo se relaciona el alcoholismo y la depresión?
Hay muchos factores que pueden causar que una persona padezca depresión incluidos la genética, los rasgos de personalidad, el entorno, los momentos estresantes de la vida y el abuso de sustancias como el alcohol.
De hecho, es muy común ver que los trastornos por consumo de alcohol coexisten en personas que luchan contra la depresión y viceversa.
Puede ser difícil saber cuál surgió primero: el alcoholismo o la depresión, pero las investigaciones han demostrado que, independientemente del orden, ambos problemas se encuentran entre los trastornos psiquiátricos más prevalentes que coexisten con frecuencia.
Hay dos posibles explicaciones para el mayor riesgo de desarrollar dependencia al alcohol o depresión: factores genéticos y sociales, y el efecto causal de cada trastorno que aumenta el riesgo de desarrollar el otro.
Por ejemplo, debido a que quienes abusan del alcohol pasan una cantidad considerable de tiempo bebiendo, pueden ocultar una predisposición a la depresión.
Por otro lado, tener depresión en ocasiones puede llevar a una persona a “automedicarse” bebiendo alcohol en un intento por sentirse mejor.
Pero la realidad es que beber alcohol deprime el sistema nervioso central y puede provocar más sentimientos de depresión en quienes ya padecen trastornos depresivos y otros desórdenes del estado de ánimo. Al final, se crea un círculo vicioso del que es difícil salir, más no imposible.
Afortunadamente, con tratamientos psicológicos y farmacológicos, ambos trastornos pueden manejarse y tratarse de manera eficaz
¿Cómo ayudar a un alcohólico depresivo?
El tratamiento para el alcoholismo y la depresión puede incluir una combinación de terapias que incluyen consejería privada y grupal, terapias conductuales, medicamentos para aliviar los síntomas de abstinencia de alcohol o tratar los síntomas de depresión y planificación de cuidados posteriores a largo plazo para ayudar a mantener la sobriedad.
Pero debido a que la desintoxicación del alcohol puede ser incómoda o potencialmente mortal para quienes han desarrollado una dependencia física grave, se recomienda que los pacientes sean tratados un entorno de supervisado por un médico.
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