No es ningún secreto que las adicciones arruinan las vidas de las personas. El impacto de esta enfermedad repercute en todos los sectores de la sociedad, en cualquier nivel socioeconómico y a todas las edades.
Pero cuando son los padres los que caen en una adicción a las drogas y el alcohol, esto afecta gravemente su comportamiento y su capacidad para criar a sus hijos de manera eficaz, lo que impacta en su desarrollo tanto físico como emocional.
Las normas sobre lo que está bien y está mal se establecen en casa, con la familia y desde una edad temprana; por lo tanto, cuando la adicción y el abuso de sustancias son parte de su entorno cotidiano, los niños aprenden a seguir el ejemplo de los mayores desde que son muy pequeños.
Los factores genéticos también contribuyen a la probabilidad de que un niño sea adicto. Por lo tanto, podemos decir que la combinación de experiencias de la infancia, el entorno y la genética puede aumentar la probabilidad de que los niños generen adicción en algún momento de sus vidas.
Consecuencias que sufren los hijos de drogadictos
Los niños que crecen en un hogar donde el uso de drogas por parte de los padres es constante, generalmente sufren una variedad de retrasos en su desarrollo.
A menudo, muchos de ellos se convierten en víctimas de abuso físico, sexual y emocional que no piden ayuda por miedo, ignorancia o simplemente porque no saben cómo hacerlo.
Además, los efectos traumáticos de este tipo de abuso pueden ser devastadores a lo largo de la vida formando adultos con problemas para relacionarse con los demás, con conductas depresivas o agresivas y que probablemente repitan patrones de conducta con sus propios hijos.
Por otro lado, cuando las drogas y el alcohol se convierten en la prioridad, los padres comienzan a perder el enfoque en su papel y en lo importante que es estar disponible física y emocionalmente para sus hijos.
Los padres drogadictos a menudo se sienten increíblemente culpables y avergonzados de su adicción, y estos sentimientos contribuyen a un mayor abuso de sustancias para enmascarar estos sentimientos.
Es un patrón cíclico que, cuando se combina con los aspectos físicos de la adicción, puede mantener a las personas estancadas e incapaces de hacerse responsables de los niños que dependen de ellos.
Esta negligencia tiene efectos duraderos en los niños e incluso puede tener efectos secundarios fisiológicos y efectos negativos para la salud.
La mayoría de ellos presentan problemas emocionales y de comportamiento en la escuela como arrebatos de ira, depresión, ansiedad o desapego. También es común que muestren retrasos en el habla, desnutrición y problemas de funcionamiento cognitivo.
Es muy importante que el resto de la familia, así como los profesores, pongan especial atención en niños que muestran estas conductas ya que, como hemos explicado anteriormente, ellos no son capaces de comunicarse, por lo que cualquier comportamiento anormal puede ser el indicador para detectar problemas de abuso de sustancias en el hogar.
Por otro lado, el consumo de drogas por parte de los padres durante el embarazo puede provocar defectos de nacimiento, problemas de apego y recién nacidos con adicción que tendrán que enfrentar un difícil proceso de desintoxicación así como síndrome de abstinencia.
A largo plazo, estos problemas pueden afectar gravemente la vida de los niños y su capacidad de aprender y relacionarse con los demás. Tristemente, en muchos casos el daño es irreversible.
Es claro que la mayoría de los padres no planean volverse adictos; pero a menudo se involucran con sustancias peligrosas en un intento por buscar soluciones que los ayuden a lidiar con problemas de estrés, insomnio y ansiedad. Una situación que fácilmente puede salirse de control.
¿La solución?
Ayuda profesional.
Cuando un familiar cercano detecta que existe abuso de sustancias por parte de los padres y que hay un menor en riesgo, es necesario acudir a una institución especializada en el tratamiento de las adicciones como Clínica Nuevo Ser.
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