La adolescencia es un período de exploración y experimentación con el sexo, de fantasías y realidades sexuales y de incorporación de la sexualidad a la identidad de la persona. Se plantean preguntas sobre si son sexualmente atractivos, cómo comportarse sexualmente con sus parejas y qué les deparará el futuro en lo que se refiere a la sexualidad.
Por esto, la familia es el primer factor social que debemos de considerar. Han resumido los aspectos en que los padres y otros miembros de la familia influyen en los jóvenes en este ámbito. En primer lugar, los padres tienen actitudes sobre la sexualidad, que se pueden relacionar con el cuerpo y sus funciones; pueden ser posiciones sobre la intimidad, el placer, la vergüenza y la culpa, y por supuesto sobre la naturaleza de las relaciones íntimas. Los padres tendrán también actitudes sobre el género, incluidos aspectos como roles sexuales, la distribución del poder y la comunicación entre hombres y mujeres. Se han propuesto diversas explicaciones para este hallazgo, incluida la exposición a normas sexuales permisivas, así como la reducción del control y la supervisión parental.
Enamorarse es una parte integral de la experiencia adolescente, la intimidad contribuye al desarrollo de la identidad y la madurez, a través de las oportunidades para la exploración de sí mismo. La relación íntima permite a la persona joven levantar un espejo ante él/ella misma, aun cuando sea distorsionado, y experimentar además un sentimiento de extraordinaria proximidad a otro, que debe repetir alguna manera de contacto entre la madre e hijo en la lactancia.
Las relaciones íntimas de naturaleza sexual durante este estadio del desarrollo provocan un efecto muy fuerte en el ajuste de la persona joven, las adolescentes tienden a asociar el hecho de mantener relaciones sexuales con el amor (Michael et al, 1994).
Si la persona joven resuelve la ruptura de la relación sin demasiado trauma, y sale más rica y más sabía en algún sentido, el paso siguiente puede ser mucho más maduro evolutivamente. Por otra parte, si la pérdida es demasiado dolorosa, y la experiencia no se integra por entero en otros aspectos del crecimiento, podrá pasar algún tiempo antes de que pueda tener lugar un nuevo aprendizaje.
La identidad sexual emerge en el contexto de factores físicos, sociales y culturales, y la mayoría de las culturas ponen límites al comportamiento sexual de los adolescentes. La identidad sexual de un adolescente incluye su orientación sexual y también las actividades, intereses y estilos de comportamiento relacionados con el sexo.
La mayoría de las personas se vuelve sexualmente activo durante la adolescencia. Cuando practican coito antes de cumplir 16 años, muchos corren el riesgo de tener problemas sexuales y de otro tipo.
Los adolescentes más jóvenes pueden quedarse atrapados en un mundo mental muy alejado de la realidad. Por esta razón creen que las cosas malas no les pueden pasar o no les pasarán a ellos y que son omnipotentes e indestructibles.
Autonomía
La adolescencia es una etapa de la vida en la que el chico está empezando el difícil aprendizaje de su independencia y autonomía, Sin la adquisición de un grado razonable de independencia y autonomía, estos chicos no podrán madurar en sus relaciones con los compañeros y encontrarán graves problemas en la búsqueda de su identidad.
Cuando el niño llega a la adolescencia, descubre su yo como un mundo insospechado, descubre los valores de su persona (durante la infancia el niño vivía sumergido en el conocimiento de su mundo exterior sin casi tener conciencia de sí mismo). Este narcisismo se manifiesta en el adolescente de dos formas: su afán de hacerse valer le lleva a un deseo casi obsesivo de batir marcas. El poder que realmente le falta para ganar la estima y la admiración, y su afán de crítica propio de la edad; así critica a los adultos por la necesidad que tiene de mostrarse superior y de guardar distancias.
La exaltación del yo y los sentimientos reaccionales contra su propia inseguridad, que acabamos de ver, intensifican en los adolescentes su afán de independencia puesto que ya no son niños, y por tanto, no quieren ser tratados como tales.
Otro factor que influye en el nivel de maduración del aprendizaje de la autonomía en los adolescentes es el modo de ejercer la autoridad, por parte de los padres y profesores. Los hijos de padres democráticos y acogedores tienden a ser más respetuosos con las normas que rigen la convivencia en grupo, más sensibles ante los demás, más colaboradores, más seguros en la relación; mientras que los hijos de padres hostiles y autoritarios, tienden a ser por el contrario más agresivos, dominantes e inseguros en la relación.
Los compañeros desempeñan también un papel vital en el aprendizaje de la autonomía por los adolescentes. La importancia radica en que durante esta edad se produce en ellos un cambio de la orientación social desde la familia hacia el grupo de iguales. El aumento de tensiones que a veces les lleva a escapar de la tutela familiar hacia el grupo de iguales les llevaría a una inmensa soledad interior, si no encontraran un ambiente acogedor, un clima más grato de relajación y de ocio, libre del control y lejos de la norma.
Sólo cuando su madurez biológica está acompañada por una madurez efectiva e intelectual que le permita su entrada en el mundo del adulto, estará equipado de un sistema de valores, de una ideología que confronta con la de su medio y donde el rechazo a determinadas situaciones se cumple en una crítica constructiva. El adolescente busca la solución teórica de todos los problemas trascendentes y de aquellos a los que se verá enfrentado a corto plazo: el amor, la libertad, el matrimonio, la paternidad, la educación, la filosofía, la religión.
Son tres las exigencias básicas de libertad que plantea el adolescente de ambos sexos a sus padres: la libertad en salidas y horarios, la libertad de defender una ideología y la libertad de vivir un amor y un trabajo.
Las luchas y rebeldías externas del adolescente no son más que los reflejos de los conflictos de Dependencia infantil que íntimamente aún persisten.
En la medida en que el adolescente no encuentre el camino adecuado para su expresión vital y la aceptación de una posibilidad de realización, no podrá ser un adulto satisfecho.
La presencia internalizada de buenas imágenes parentales, con roles bien definidos, y una escena primaria amorosa y creativa, permitirá una buena separación de los padres, un desprendimiento útil, y facilitará al adolescente el pasaje a la madurez, para el ejercicio de la genitalidad en un plano adulto. Los fenómenos de “depresión” y “duelo” acompañan el proceso de identificación de la adolescencia.
Conclusión: La sexualidad y la autonomía son dos piezas importantes en la maduración de un individuo y esta puede ser sencilla o difícil en base al contexto en el cual se desarrolla el adolescente, como lo son padres o ausencia de, estilo de crianza, aporte de otras personas significativas en sus vidas como familiares o maestros, así a su vez los pares, y al final dependerá también de nuestra manera de interpretar las situaciones y la solución que demos a estas lo que determina si saldremos vencedores o tendremos dificultades para poder trascender esta etapa de adecuaciones.
Autor: Dr. Alejandro Covarrubias