El cerebro humano es el órgano más complejo del cuerpo.

Esta masa de tres libras de materia gris y blanca se halla en el centro de toda la actividad humana: necesitamos el cerebro para conducir un automóvil, disfrutar de una comida, respirar, crear una obra de arte magistral y disfrutar las actividades de todos los días.

Por lo tanto, el cerebro regula las funciones básicas del cuerpo, nos permite interpretar y responder a todo lo que experimentamos y moldea nuestro comportamiento.

En breve, somos nuestro cerebro: él es todo lo que sentimos y pensamos, es lo que somos.

 

Entonces las drogas y el cerebro cómo funcionan con tratamiento y como interfieren en la forma en que las neuronas envían, reciben y procesan las señales que transmiten los neurotransmisores.

Algunas drogas, como la marihuana y la heroína, tienen la capacidad de activar neuronas porque su estructura química es similar a la de un neurotransmisor natural del organismo; ello permite que se adhieran a las neuronas y las activen.

Si bien estas drogas imitan las sustancias químicas propias del cerebro, no activan las neuronas de la misma manera que un neurotransmisor natural y provocan el envío de mensajes anormales a través de la red.

Otras drogas, como la anfetamina o la cocaína, pueden hacer que las neuronas liberen cantidades anormalmente altas de neurotransmisores naturales o que, al interferir con los transportadores, eviten el reciclamiento normal de estas sustancias químicas del cerebro.

Ello también amplifica o altera la comunicación normal entre las neuronas.

Las drogas pueden alterar zonas importantes del cerebro que son necesarias para funciones vitales y pueden impulsar el consumo compulsivo propio de la drogadicción.

Las zonas del cerebro afectadas por las drogas incluyen:

Los ganglios basales, que cumplen una función importante en las formas positivas de motivación.

La amígdala extendida cumple una función en las sensaciones estresantes.

La corteza prefrontal dirige la capacidad de pensar, planificar, resolver problemas, tomar decisiones y controlar los propios impulsos.

Para el cerebro, la diferencia entre las recompensas normales y las recompensas de las drogas se puede comparar con la diferencia entre alguien que susurra algo al oído y alguien que grita en un micrófono.

Por eso, una persona que abusa de las drogas acaba por sentirse apagada, sin motivación, desanimada o deprimida y no puede disfrutar de cosas que antes le causaban placer.

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